La Rochelle ciudad Hugonote
La historia de La Rochelle es, primero, la de una ciudad libre: después de haber obtenido desde 1199, y sin duda aun antes, une carta comunal, ha beneficiado de privilegios políticos y fiscales, favoreciendo durante toda la Edad Media su independencia y su prosperidad, haciendo de ella un gran puerto abierto en al Atlántico y al Nuevo Mundo. Pero la originalidad de su historia depende sobre todo de su lazo con el protestantismo que ha desempeñado un papel determinante, y a veces trágico, en los destinos de la ciudad.
En 1568, durante las guerras de religión, la verdadera capital del partido protestante es La Rochelle y que acoge los grandes jefes entre sus muros: Jeanne d’Albret y su hijo Enrique de Navarra, el futuro Enrique IV, Coligny, Condé, los Rohan. La Rochelle se convierte en un gran centro intelectual y religioso y sus impresores son conocidos en la Francia entera. En 1571, Théodore de Bèze, el sucesor de Calvin, bien expresamente de Ginebra para presidir el séptimo Sinodo nacional que decida el texto definitivo de la “Confession de foi des églises réformées de france”, llamada después “Confession de foi de La Rochelle”.
Durante los años siguientes, los rocheleses manifiestan una inquietud constante por defender su fe al mismo tiempo que sus libertades políticas y sus privilegios económicos; los conflictos con la monarquía se vuelven inevitables. Entre 1572-1573, un primer asesio de la ciudad, consecuencia indirecta de la “San-Bartolome”, termina con una paz de compromiso y hasta 1615 los protestantes todopoderosos en la ciudad representan más del 90% de la población. Pero el terrible asesio entre 1627-1628 da fin a la autonomía de la ciudad y da comienzo al ocaso del protestantismo francés. Reducida por el hambre después de una resistencia desesperada que quedará en la memoria de todos, La Rochelle pierde 3/4 partes de sus habitantes y ve desaparecer todas sus libertades.
Desde entonces, el número de los protestantes no cesa de disminuir: expulsiones entre 1661-1662, salidas clandestinas o abjuraciones masivas. Después de la revocación del Edicto de Nantes parece finalizar su existencia. Sin embargo, la influencia de los protestantes está extrañamente muy presente. La mayoría de los que se quedaron en el mismo sitio a partir de 1685, no hicieron más que una abjuración de apariencia y como no se les permitía ejercer ninguna profesión, quedarán concentradas en sus manos las actividades comerciales y marítimas que representan la riqueza de la ciudad. Las autoridades se muestran poco a poco más tolerantes y, al medio del siglo XVIII, una comunidad se reconstituye más o menos abiertamente, con un pastor que celebra el culto por pequeños grupos.
En 1789, por fin, los protestantes recobran todos sus derechos cívicos y las elecciones de enero de 1790 les permiten volver a encontrar, después de 160 años de exclusión, un puesto de dentro del consejo del municipio. Obtienen 4 escaños oficiales municipales. En 1792, el único diputado elegido en la convención, Alexis Giraud, será protestante y, durante el siglo XIX los protestantes desempeñaron un papel importante en la administración de la ciudad y en las importantes realizaciones económicas (creación del puerto de la Pallice).
Hoy, la presencia protestante en la ciudad se manifiesta sobre todo en un aspecto caritativo y social, a través de la acción de “l’Entraide”, nombre moderno de la respetable Sociedad de la Caridad de Señoras Protestantes creada en 1829 y de la “fraternité de la misión populaire évanlique”, instalada en Laleu desde 1946. Pero, no podemos olvidar la importancia durante la guerra de 1939-1945 del alcade, Léonce Vieljeux, quien será para todos los rocheleses un ejemplo de patriotismo y de fe.